Queremos compartir contigo una de nuestras experiencias. Hagamos juntos este viaje maravilloso. Hagamos del mundo ¡NUESTRO HOGAR!
La laguna de Santa Rita es un lugar mágico e inexplorado que se encuentra en las entrañas del Cerro Caramanta de la cordillera occidental de la geografía de nuestro Colombia. Descubierta hace 27 años a causa de un accidente aéreo (1979) en el cual no hubo sobrevivientes, este majestuoso lugar es sin duda la joya escondida de la reserva natural Farallones del Citará.
Ubicada a más de 3700 msnm la Laguna de Santa Rita se convierte en uno de los grandes atractivos para caminantes y amantes de la naturaleza en el Suroeste Antioqueño. Para llegar a ella es necesario realizar largos recorridos entre helechos, cafetales, matorrales, puentes colgantes, cruces de ríos, ascensos y descensos técnicos que hacen de este recorrido toda una aventura extrema.
Debido al nivel de exigencia de la altimetría y el alto grado de dificultad del terreno, esta travesía exige tener un equipo de montaña y supervivencia preparado con la conciencia que precisa el salvaguardar la vida ante el poder y fuerza de la montaña. Para esto, es necesario llegar a Andes Antioquia la noche anterior a la salida con el fin de planificar hoja de ruta con demás expedicionarios, alistar el equipo el cual debe ser completo y liviano, socializar tips de alimentación e hidratación dado lo agreste de la aventura y finalmente para definir hora de salida.
Nuestra expedición comienza a las 4 am en el Parque principal de Andes, allí tomamos un chivero que nos llevará a la hacienda la soledad punto en el cual empezamos a adentrarnos a la montaña, empezando a caminar en una altura de 1630 msnm, poco a poco empezamos a ascender entre matorrales hasta llegar a una cima donde empieza a despuntar el amanecer, allí el sol nos saluda y la inmensidad de los farallones del citará nos invita a abrir el alma y el cuerpo a 3 días de inmensidad natural.
La aventura comienza cuando llegamos al rio EL Silencio y debemos pasar un puente colgante al cual los años y el olvido le han hecho convertirse en sinónimo de peligro a la hora de cruzarlo. Después de cruzar este puente, nos enfrentamos a un fuerte ascenso entre helechos y matorrales hasta llegar al alto del musgo. En este alto la vegetación ya empieza a cambiar, es un bosque húmedo y copado al cual casi no entran los rayos del sol, la altura es de 2800 msnm y su ambiente es de frescura; allí aprovechamos para tomar un descanso y empezar de nuevo la caminata.
Una vez descansamos empezamos a caminar con el objetivo de llegar de nuevo al rio El silencio a la 1:00 pm para almorzar y emprender el tramo final de la jornada. El camino cada vez se hacía más difícil debido a que no hay senderos trazados, la selva se hace más agreste y para poder sortear las dificultades de toda la maraña toca recurrir al espíritu intrépido del aventurero. Escalar, arrastrarse, colgarse de bejucos, enredarse con las ramas, soportar la visita de la constante brisa caliente que impera en el trópico y soportar el maletín de campaña; sin lugar a dudas da un perfil extremo a esta aventura.
Son la 1:00 pm y estamos en el rio El Silencio, el grupo ha caminado bastante y estamos ajustados al itinerario planeado, la idea de llegar a esta hora era lograr hacer los múltiples cruces del rio antes que se presentara una creciente, por esta parte el objetivo estaba logrado. Allí almorzamos un fiambre antioqueño y aprovechamos para descansar por un periodo aproximado de 20 minutos; el cuerpo empezaba a sentir el esfuerzo y el cansancio de la jornada, no obstante, el equipo estaba en buenas condiciones y estaba ya mentalizado en llegar al campamento antes de las 6:00 pm.
Cruzamos el rio varias ocasiones, muchas de ellas con el agua a la cintura; enfrentamos un camino lleno de ascensos y descensos, empezaron a aparecer precipicios al lado de lo que aparentemente era un camino y finalmente llegamos al último cruce del rio. Allí nos abastecimos de agua para tener en el campamento lo cual incrementó el peso de las maletas y empezamos el ascenso del cerro El Desconsuelo, un cerro con un desnivel positivo de 800 m, sin duda es la mayor prueba de la expedición, la vegetación agreste, los pantanos, los precipicios y el peso de la maleta hacen que en este ascenso uno saque fuerzas de donde nos la tiene, convirtiéndose así en un ascenso símbolo de voluntad y resistencia.
Una vez logramos ascender este cerro llegamos al campamento base llamado “La Señal” el cual en años pasados fue el helipuerto utilizado para el rescate de las víctimas de accidente aéreo del año 1979. Allí armamos las carpas, nos cambiamos la ropa, comimos y nos dispusimos a descansar tras el esfuerzo de 12 horas de caminata a lo largo de 15 Km de selva agreste y salvaje.
Toda la noche llovió y el frio fue extremo, no obstante, gracias a un adecuado equipo de montaña pudimos dormir medianamente cómodos, nos despertamos a las 5:30 am para ver el amanecer, desde este punto se visualiza gran parte del suroeste antioqueño, la inmensidad de los farallones del citará y por ultimo te puedes sentir vecino de las nubes, puesto que ellas junto al viento pasan por tus ojos, por tu nariz, por tus orejas y te recuerdan que para vivir sólo se necesita querer hacerlo.
Una vez vimos el amanecer, desayunamos e iniciamos el ascenso al cerro Caramanta ubicado a 3831 msnm, un camino lleno de frailejones y bromelias que hacen de este ascenso todo un paraíso, llegando a la cima nos encontramos con el fuselaje de la avioneta siniestrada; al cielo una oración y seguimos nuestro camino hacia la cima. Al llegar a esta cima pudimos ver en el horizonte parte del pacifico colombiano desde un frente, y desde el otro el suroeste antioqueño, sin duda lo mejor de llegar a la cima es recibir el regalo de la inmensidad. Allí vimos la laguna que con su magia y magnetismo nos invitó a bajar para sentir el frio de su existencia, lo magno de su belleza y el silencio de su verdad.
Hicimos un descenso el cual es muy técnico y pantanoso, disfrutamos de un paisaje lleno de frailejones y pajonales, allí en este punto es donde uno reconoce lo pequeños que somos ante la belleza natural. Finalmente llegamos a la laguna y recibimos el premio a dos días de esfuerzo en la alta montaña, la laguna es mágica, su entorno es lleno de montañas decoradas con una neblina enigmática que saluda a cada alma que va allí a encontrarse, su aroma es a paz y el único ruido que se siente es el del silencio. Estar frente a esta belleza escondida y conservada por el poder de la naturaleza es inevitablemente una experiencia fantástica, allí callamos, meditamos, nos entregamos a la montaña y dimos gracias a la vida por existir en ese momento.
Ya conocida la laguna el alma estaba llena y el corazón contento, emprendimos la ruta de regreso al campamento para descansar y terminar este segundo día como Dios manda: con buena comida y charlas entre amigos. El día siguiente nos despertamos a las 5 am, recogimos carpas, limpiamos el campamento y emprendimos el viaje de regreso; ya no sentíamos el peso de la mochila ni el miedo a los precipicios; pues un alma feliz nunca piensa en lo que pueda estar mal, sino en lo que ha estado bien. Finalmente llegamos a las 4:00 pm a la Soledad y la aventura llegaba a su fin…